
conservo en mi todas las tardes del mundo como gelatinas de tenso presente que vibran y danzan cada vez que respiro; son tardes acuáticas en las que chapoteo entre sargazos agarrado a un madero funerario de clavos afilados que perforan mi piel marcando una hora de sabor metálico, las cuatro y veinticinco, cuando se libera de sus ataduras la agonía de la mediana edad del día y no soy nadie, "e nao posso querer ser nada". vértigo abisal que enhebra todos los recuerdos de una vida que se hundirán conmigo, ayudados por los adoquines hinchados de monotonía que se van apilando dentro de los bolsillos añejos de mi abrigo, todas esas tardes del mundo como gelatinas de tenso presente.