
A veces acerco mi oreja a los ojos del enchufe por que desearía poder escuchar los suspiros que retienes mientras me espías y esa brisa de embudo silencioso me acompaña hasta la ducha y dibuja un guiño impresionista sobre los vahos de la mampara. cuando remuevo el café con la cucharilla ardo en deseos de levantar la taza y mirar debajo en busca de tu nombre escrito en la porcelana heredada de mi madre y escaldarme para que tu sonrías, por que sé que ese es tu gran momento del día. ahora, otra vez de noche, te escondes bajo la tecla de la cedilla, coraçao, en cuclillas, coraçao, esperando otra caricia sobre tu lomo de animal cansado y huidizo, coraçao.

MeMe gusta sentir aunque para ello tenga que electrocutarme, quemarme, escribirte.