"UNA SONRISA QUE DOMINA PAISAJES ANIQUILADOS" MAESE CIORAN

martes, septiembre 30, 2008

Leyendas: 2. Tom Waits


Cuando tenía 12 años buscaba entre los cientos de revistas amontonadas por mi padre dentro de un armario algún ejemplar del interviú ,o tal vez un playboy, para acallar mis vociferíos hormonales y entonces encontré la foto. Era un suplemento del País dedicado a la historia del Rock y en su contraportada en blanco y negro habitaba un ser de cabeza enorme y cabellera rizada que aporreaba un piano con unos dedos torcidos y un vaso de cerveza a apenas un palmo del teclado. Mi vida cambió, tal y como mandan los cánones, y decidí que esos pubis y pezones podrían esperar otra mañana más y leí ese artículo donde hablaban de drugstores, beatniks, hobos and a piano has been drinkin` not me. ¿por qué?. ¿por qué el primer homínido bajo del árbol y se irguió sobre la mitad de sus extremidades?. Supongo que necesitaba una razón para seguir viviendo y la búsqueda de Tom Waits me proporcionó esperanzas tras los puntos y aparte de mis siguientes cumpleaños. Recordad imberbes lectores que entonces no existía youtube, google ni la wikipedia, si querías encontrar algo debías recurrir al bocaoreja, a la impertinencia en una tienda de discos de pueblo, al compañero de pupitre y su camiseta de songoku, a todos los periódicos repletos de reseñas de los nuevos discos de hombres g, a los viajes en autobús a la ciudad más cercana con el nombre de Tom Waits escrito en un papelito. Pasaron seis años. Estoy en un acantilado sobre la ría de Vigo con una chica a la que no se si abandonar y en el último momento recurro al santoyseña: ¿conoces a Tom Waits?. Claro, dice ella, mi hermano mayor tiene varios discos. Me enamoro, ella me deja, recorro media europa con el Swordfishtrombones y el Smallchange en mi walkman intentando olvidarla. Gasto todo mi presupuesto en una leche malteada de nombre Matilda en Copenhangen por la canción, duermo bajo los puentes de París escuchando Soldier´s Things, pregunto a cada americano que encuentro que coño quiere decir 16 Shells from a Thirty-Ought-Six. Su veneno se hace más fuerte, su voz de morsa con megáfono me devuelve a...

jueves, septiembre 11, 2008

Leyendas 1: Hrabal

Nunca has de leer al Tío Bohumil sin una cerveza en la mano, nunca. Cuando el hable, y no importa cuan inmensa sea la mentira, has de reir y beber y meter tu mano en el escote de la derecha. Si alguien cae al suelo inconsciente no se debe intentar reanimarlo, la resaca tras algunas de sus mejores cuentos forman parte de su encanto. Puedes llorar si el protagonista muere de amor, entonces mete tu mano en el escote de la izquierda, allí encontrarás pañuelos. Contempla su rostro surcado de arrugas, cada valle es una vida, un personaje con una historia que contar en la taberna, una frase que termina tras haber dado toda la vuelta a tu cabeza. Nunca podrás reconocer las verdades hasta que tu también las hayas padecido, y entonces, si ves que el abuelo se acerca al balcón de tu quinto piso, decide si has de acariciar su horlada calva o agarrarlo por la pechera y acostarlo en tu sofá como a un maquinista refugiado que hace ya muchas páginas que ha saltado del tren en marcha.

martes, septiembre 09, 2008

ese franético regato


Alguien me ha encendido como quien prende una antorcha de lienzo y resina para saber contra que oscuridades se enfrenta pero la penumbra es una madre que proteje y oculta y te hace creer que al otro lado no hay nada, tal vez la convexidad de una pompa de jabón o la ondeante duda de una vela flameando sobre un charco de aceite que se aleja de la mano que la ha encendido para ya desconocer por siempre sus razones y sus culpas. Soy una oración subordinada. Un dilema flambeado. Una maqueta a escala microscópica de un puntoycoma que fue sonrisa ladeada y antes un guiño de fulero. La horma de un cuerpo que ha abandonado su lecho y la almohada que la oculta, aunque no totalmente. He sido muchas frases antes de esta que ahora me está leyendo, muescas sobre el papel, ríos sin agua pero que conservan su nombre porque alguien esperó lo suficiente hasta que el rocío de una madrugada venció la terquedad de la hoja y cayó una gota que atravesó la cañada y humedeció mis labios y ya puedo hablar. El Regato Franético.